Nos encontramos en los días previos al 30 aniversario de la masacre de la AMIA, un atentado terrorista perpetrado por Irán, planificado en Teherán gestado vía sede diplomática en Argentina y ejecutado por Hezbollah con la colaboración de una conexión local siempre dispuesta. Son 32 años desde la voladura de la embajada de Israel en nuestra ciudad y, en Buenos Aires, ya no en el barrio del Once sino en Puerto Madero, en el próximo enero se cumplirá una década del asesinato del Fiscal Alberto Nisman.
En este contexto, es importante recordar que aún está en curso la causa por el vergonzoso Memorándum con Irán, como una vía para encubrir al régimen iraní de estos atentados con la ayuda de sus socios locales, quienes han dirigido el rumbo de Argentina y desviado sus promesas por más de dos décadas.
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Aún así, en estas horas tristes, seguimos develando la Verdad, haciendo Memoria y exigiendo Justicia. Este ciclo de nuestra Memoria Activa conecta la historia judía y argentina con la historia contemporánea de Medio Oriente y el terrorismo internacional del régimen de Irán.
Irán, con sus brazos ejecutores del terror, logró hacerlo tanto en 1992 como en 1994 en Argentina a través de Hezbollah, y el último 7 de octubre a través de Hamas.
Hoy, la formación de la opinión pública ya no se nutre ni de la verdad ni de información objetiva, sino de la percepción moldeada en las redes sociales, producto de algoritmos matemáticos o su manipulación, generando un caos turbulento que gobierna como un nuevo orden mundial. El trágico 7 de octubre quedó invisibilizado, como si el terror iraní en manos de Hamas en Gaza y Hezbollah en el Líbano nunca hubiera ocurrido.
Hace 30 años, el propio presidente de la Nación Argentina anunció la participación de Irán en el atentado de la AMIA. Hoy, en la causa del atentado ya desclasificada por la justicia, no hay duda alguna de su participación y responsabilidad.
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Para el mundo alineado con el resurgido antisemitismo mutado en antisionismo, todo comenzó el 8 de octubre, sin vinculación alguna al terror de Hamas y las aberraciones perpetradas contra civiles, especialmente mujeres y niños. Este nuevo odio a los judíos, resurgido en la ola global de los algoritmos del 8 de octubre, no propone un alto al fuego para una resolución pacífica, sino la eliminación del Estado de Israel y el exterminio de los judíos.
No podemos creer que, luego de la Segunda Guerra Mundial y la Shoa, podríamos ser testigos de este odio y llamado al exterminio de los judíos en tantas sociedades libres del mundo. Sin embargo, es tiempo de reconocer que los 80 años de pausa que nos dieron luego de la Shoa se han concluido. El monstruo no desaparece. Hace 30 años, cuando la bomba explotó en la calle Pasteur, llevándose las vidas de las víctimas de la AMIA, también escuchamos a quienes decían que «habían muerto muchos ciudadanos inocentes en la calle Pasteur«, como si los que estaban en la sede de la AMIA, por ser judíos, merecían ser víctimas de un atentado terrorista y antisemita.
Nadie puede justificar esta trágica guerra en Gaza y el norte del Líbano, donde civiles inocentes son víctimas, ya sean israelíes o palestinos. Pero no se pueden igualar responsabilidades ni motivaciones. Israel ha demostrado su vocación y compromiso histórico en sentarse a la mesa de negociaciones y firmar la paz. Lo logró con Egipto, Jordania, recientemente con países árabes en los pactos de Abraham, y está por firmarlo con Arabia Saudita.
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No vamos a defender las políticas del gobierno de Netanyahu en esta crisis ni de su vergonzosa coalición de gobierno. Tampoco se justifica la responsabilidad de Hamas al dejar a los civiles gazatíes expuestos en la superficie de Gaza, mientras ellos se protegen en túneles y acopian armas de Irán. Todos debemos repudiar las guerras y las muertes que acarrean. Pero luego del 7 de octubre, Israel tiene la legitimidad de defender a sus ciudadanos y recuperar a sus secuestrados tras el ataque terrorista de Hamas. A ningún país del mundo se le negaría este derecho.
La situación actual y la memoria de hace tres décadas ponen el atentado de la AMIA en contexto. Buenos Aires fue pionera, la primera ciudad donde Irán y Hezbollah iniciaron lo que hoy expanden en el mundo y generaron en Gaza. Es Argentina donde comenzó esta historia del terror que no reconoce límites ni fronteras: 1992 la embajada, 1994 la sede de la AMIA, 2015 el magnicidio de Nisman. El 7 de octubre en Gaza, en el sur de Israel. Son los mismos actores en diferentes contextos con la misma motivación: el terror.
Las víctimas de la AMIA, hoy 30 años después, son víctimas de Irán, como lo son las víctimas del 7 de octubre en Israel y de la guerra que lamentamos hasta hoy, 9 meses.
Rab. Sergio Bergman
Presidente de la World Union for Progressive Judaism
Una reflexión excelente…!!!
En este Shabbat la porción de la Torah es Balak. Muchas veces el pueblo ha sido maldecido por hombres, pero la protección del Eterno estará siempre sobre él. Por eso la frase «el pueblo de Israel vive» ( Am Israel Jai) y vivirá por siempre, porque tiene un cometido que cumplir.
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