Revelador testimonio de uno de los secuestrados por Hamás: «Nos hicieron escribir cartas de despedida»

El liberado Ofir Engel reveló los malos tratos y abusos a los que él y la familia de su novia fueron sometidos por los terroristas de Hamás el 7 de octubre y mientras estuvieron secuestrados en Gaza.

Engel, que ahora tiene 19 años, fue secuestrado en el kibutz Beeri el 7 de octubre, donde estaba observando Simjat Torá con su novia Yuval Sharabi y su familia . Estaban durmiendo a las 6:30 de la mañana cuando las sirenas de los cohetes los despertaron. Tenía 17 años cuando Hamas lo secuestró.

“Pero las sirenas no pararon”, dijo Engel a JNS. “Después de dos horas y media, los amigos comenzaron a enviar mensajes aterradores diciendo que habían escuchado terroristas afuera de sus casas y rogando que llegara el ejército”.

Poco a poco, Engel fue comprendiendo la gravedad de la situación y leyó las noticias sobre la invasión terrorista. Los supervivientes y los testigos le contaron que la masacre estaba en curso. Los terroristas pronto llegarían a la casa de los Sharabi.

“Después de seis horas, escuchamos un gran ‘boom’ que venía de la entrada de la casa. Escuchamos a los terroristas rondando por el interior mientras todavía estábamos todos en la habitación segura”, recordó. “Unos minutos después, intentaron abrir la puerta de la habitación. El padre de Yuval, Yossi, la mantenía cerrada. Pero no pudo vencer a los tres terroristas que la empujaban para abrirla”.

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Cuando los terroristas finalmente entraron a la habitación segura, Engel dijo que lo primero que hicieron fue dispararle al perro de la familia.

“Entraron armados. Lo primero que hicieron fue dispararle al perro de Yuval. Luego nos apuntaron con sus armas”, describió. “Nos hicieron sentar en el césped con los vecinos, la familia Shani. Había humo por todas partes, al igual que olor a pólvora”.

Posteriormente la familia fue llevada a Gaza, donde permanecieron cautivos.

“Metieron al padre de Yuval dentro. Yuval y yo íbamos tomados de la mano. Al principio nos metieron a los dos dentro, pero luego le hicieron señas a ella para que saliera. Metieron a Amit Shani, el hijo pequeño del vecino, dentro, y nos fuimos, acelerando como locos”, dijo Engel. “La última imagen que tuve de Yuval y toda su familia, aparte de su padre, fue de ellos al costado de la carretera rodeados por dos terroristas armados mientras nos alejábamos. Estaba seguro de que los habían secuestrado o asesinado ese día los miembros de Hamás”.

Tras llegar a Gaza, los terroristas los interrogaron sobre sus antecedentes, su servicio militar y su edad, dijo Engel. Más tarde, invitaron a los civiles a observarlos y a reírse de ellos.

“Uno de los terroristas llamó a sus amigos y familiares, incluso a su madre, para que vinieran a observarnos. Se veían muy felices, riendo y sonriendo. Nos sentíamos como animales en un zoológico”, dijo. “Por la noche, nos trasladaron a otra casa. Allí dormimos en un sofá con ocho terroristas armados que no paraban de gritarnos en árabe. Parecían odiarnos y estaban listos para dispararnos en la cabeza en cualquier momento”.

Durante 26 días, Engel permaneció como rehén en esa casa, necesitando pedir permiso para ir al baño y sin que le permitieran ponerse de pie.

“Dormíamos en colchones en el suelo. Nos daban dos rebanadas de pan al día, queso, carne enlatada y un cuarto de botella de agua”, contó. “También nos daban cartas y jugábamos desde la mañana hasta la noche. A veces, incluso jugábamos con los terroristas. Pero nunca les dejábamos ganar. No queríamos que sintieran que nos ganaban en nada”.

Engel explicó que después de 26 días, él y otros dos rehenes fueron trasladados a la casa de un comandante de Hamás.

“Era un hombre muy malo. No nos dejaba hablar en absoluto. Nos encerraba en una habitación y nos repetía una y otra vez que moriríamos en Gaza”, dijo Engel.

Unos 14 días después, llegaron terroristas de Hamás para grabar dos vídeos de los tres secuestrados. Engel testificó que se les había ordenado que dijeran que Hamás los estaba cuidando, alimentándolos y que Israel debía llegar a un acuerdo para su regreso.

En el segundo video, a Engel y a los demás se les pidió que dijeran que solo les dieron tres dátiles y medio vaso de agua y que no podrían sobrevivir con eso.

“Pensábamos que era algo bueno. Creíamos que publicarían los vídeos y que nuestras familias sabrían que estábamos vivos”, dijo Engel. “Pero nunca los publicaron”.

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Poco más de una semana después, Engel describió cómo los terroristas llegaron exigiéndoles que escribieran cartas de despedida a sus seres queridos, diciéndoles que morirían.

“Le escribí a Yuval, a mi familia, a mis amigos”, dijo Engel. “Escribí una página entera, tal vez incluso más. Era aterrador porque ellos simplemente venían y decían algo así y uno no podía saber si era verdad. Nos dijimos a nosotros mismos que si nos pedían que escribiéramos las cartas, probablemente era verdad. Escribimos con miedo; nos fuimos a dormir aterrorizados; y nos dimos cuenta a la mañana siguiente de que no era real, que nos habían mentido otra vez. El miedo seguía creciendo y, con cada día que pasaba, había menos comida”.

Unos días después, el día 53 de cautiverio de Hamás, los tres secuestrados fueron trasladados por tercera vez.

“Era de noche y estaba oscuro. No podíamos ver mucho. De repente, en medio de la calle, separaron a Sharabi de nosotros y se lo llevaron. Fue la última vez que lo vi; ni siquiera pudimos despedirnos”, dijo Engel. “En cautiverio, tenía miedo constantemente, porque en cualquier momento esos terroristas que me odiaban podrían haberme matado. Yossi [Sharabi] era como un padre. Siempre nos ayudó y nos dio esperanza. Siempre decía que saldríamos adelante. No sé qué habría hecho sin él”.

Los llevaron a un edificio y les dijeron que regresarían a Israel, pero en ese momento no creyeron a los terroristas.

Después de una breve espera, fueron trasladados a un vehículo con dos mujeres vestidas con atuendo islámico.

“Nos sacaron de allí en coche con dos mujeres vestidas con jalabiyas que supusimos que eran árabes. Pero de repente, una de ellas susurró en hebreo: ‘¿Hablas inglés?’. Me quedé en shock. No respondí. Ella volvió a preguntar y le dije que sí. Ella me explicó que también estaban cautivas y que teníamos que estar callados”, relató.

Las dos mujeres eran Moran Stella Yanai y Raya Rotem, quienes ahora están libres de Hamas.

En lugar de llevarlos directamente al equipo de la Cruz Roja, los llevaron a una casa con más rehenes femeninas.

“En esa casa había muchos terroristas, pero eran mucho más amables”, dijo Engel. “Nos dieron muchas pitas, bebidas y dulces. Querían que regresáramos con buenos sentimientos y dijéramos que nos habían tratado bien, pero no fue así”.

“Nos quedamos allí hasta la mañana, cuando nos trasladaron a lo que sería nuestro último lugar antes de entregarnos a la Cruz Roja. Dijeron que la confirmación de Israel llegaría a las 6 de la tarde. Mientras tanto, llegaron más secuestrados de Hamás, entre ellos Itay Regev, Liam Or y Liat Atzili. Les dimos la bienvenida y les dimos comida. Conocí a Liam por Yuval. Nos miramos y nos preguntamos: ‘¿Qué estáis haciendo aquí?’. La situación era absurda”. 

En las horas previas a su liberación, Engel describió cómo los terroristas continuaron infligiéndoles métodos de tortura psicológica, diciéndoles que Israel no los quería de regreso.

“Nos metieron a los 11 en una camioneta grande y nos llevaron a reunirnos con los representantes de la Cruz Roja. Nos sacaron de la camioneta y nos llevaron de dos en dos. Debía haber unos 200 terroristas armados y enmascarados alrededor».

“Luego nos llevaron al cruce de Rafah, en Gaza, con Egipto, donde nos encontramos con los primeros israelíes que no eran secuestrados y finalmente supimos que estaríamos bien. Nos llevaron al cruce de Kerem Shalom, en Israel, y luego a la base de las FDI en Hatzeri».

“No tenía idea de lo que había pasado con Yuval y su familia. Le pregunté a una de las soldados en el autobús de Kerem Shalom a Hatzerim si lo sabía y me dijo que estaban vivos y bien. Empecé a llorar como un niño de tres años porque estaba seguro de que estaban muertos”. Engel se reunió con sus padres y poco después con su novia.

“De repente, vuelvo. Vuelvo a casa y me doy cuenta de que está viva y la veo. En menos de 24 horas sucedieron muchos acontecimientos que cambiaron mi vida. Fue una locura”, dijo Engel.

Hamás anunció que el padre de Yuval, Yossi, había muerto el día 97. Las FDI confirmarían más tarde esto a la familia.

“Fue muy trágico para mí porque estuve con él dos meses”, dijo Engel. “Nos tuvieron en la misma habitación. Sabía que estaba bien, sabía que se sentía bien. Pero el tiempo que pasaron allí tuvo un impacto. A medida que pasa el tiempo, los secuestrados por Hamás mueren y no queremos que regresen en ataúdes. Los queremos vivos”.

“Físicamente, estoy bien”, dijo Engel. “Emocionalmente, no puedo hacer nada por mí mismo porque el hecho de que todavía haya secuestrados en Gaza me impide comenzar a recuperarme. Si todavía fuera un rehén, querría que todos los que regresen hicieran todo lo posible por ayudarme. Tradicionalmente, las FDI llaman a la puerta de una familia para anunciar que un ser querido se ha ido. Esta es casi la única oportunidad que Israel ha tenido de llamar a las puertas de esas personas y decirles que sus seres queridos han regresado”.

Más de 100 secuestrados permanecen en cautiverio de Hamás. Los esfuerzos internacionales para lograr un acuerdo de liberación y alto el fuego no dieron frutos después del acuerdo inicial de noviembre.

Las FDI han rescatado a ocho personas vivas y han recuperado los cadáveres de otros. Se cree que 48 secuestrados por Hamás han muerto en cautiverio, según estimaciones de las FDI.

Fuente: The Jerusalem Post