Mapa del Festival Nova sigue sangrando. Por Martha Wolff

Mapa del Festival Nova sigue sangrando. Por Martha Wolff
Mapa del Festival Nova sigue sangrando. Por Martha Wolff

La espectacularidad que Hamás diseña para liberar a los rehenes es denigrante. El mundo mira y debería reaccionar ante el lavado de su criminalidad para demostrar su humanidad hacia los secuestrados. Es la contracara y publicidad, de que no son lo que se dice de ellos. Es querer demostrar que son correctos después de haber convertido una fiesta en una carnicería, de cuando convirtieron cuerpos y almas de  enamorados, familias, turistas, jóvenes, turistas, ancianos, niños y mujeres en cadáveres con sus garras al  igual que los animales salvajes sedientos de sangre ante su presa. Es que el mundo ha olvidado que no fue una guerra sino fue una invasión, que no fue un ejército contra otro sino un plan de terrorismo contra gente desarmada y que la guerra desatada fue de defensa de parte  de Israel.

El haber elegido poner el mapa del lugar del festival  Nova con pisadas de sangre es indignante. Convencidos y orgullosos de lo que perpetraron lo consideran un trofeo  ganado con su ataque. O sea que la lectura para los que solo están involucrados a favor de los palestinos  es aplaudir a  asesinos disfrazados de caballeros y santos.

Así de simple y complejo es todo y también el accionar de los encapuchados que juegan a que  perdonan la vida de los que arrasaron y llevaron ese negro día 7 de octubre del 2023 del sur de Israel a las mazmorras de los terroristas islámicos para esconderlos en los túneles del progreso, de la tecnología y el armamento en las catacumbas de su plan macabro. Y se repite el rito inventado para entregarlos junto a otra vergüenza que es la Cruz Roja con históricas participaciones a favor de criminales.

Cada vez que hay una entrega de rehenes, a cuentagotas por el arreglo pactado,   se  repite el programa ideado  con enmascarados armados que forman una barrera alrededor de los liberados para protegerlos mientras un corifeo de odiadores, de cientos de palestinos que insultan, escupen, burlan y amenazan a los israelíes que canjean por palestinos condenados por sus atentados.

A estas imágenes se suma la de los terroristas dejando jugar con sus fusiles a los niños que educan para destruir a  Israel. El accionar es de triunfadores en busca del aplauso mientras la multitud en las calles como sus hijos entre los escombros son prisioneros de Hamás y condenados a la pobreza sin protección, ya que todo fue invertido bajo tierra.

Los rostros de los liberados, sus vestimentas y a lo que están obligados sobre esa tarima, en la se firma lo pactado para su liberación con entrega de certificados de su paso por Gaza, es un show del horror que se desdibuja por las lágrimas que despiertan en los que esperan su libertad del otro lado de la frontera.

El recibimiento del ejército, el viaje en el helicóptero, el abrazo de familiares, los gritos de felicidad que esconden los cientos de días en cautiverio no tiene perdón. Abrazos que parecen los tentáculos de un pulpo para apretarlos con sus cuerpos ausentes de amor por tanto tiempo, de caricias, de sonrisas, de estar con los suyos en familia.
Mostrando el cartel con el mapa de Re´im, donde fue el festival Nova con las pisadas de sangre, esta tregua huele a más venganza y muerte porque no tienen los terroristas otro plan que la guerra  para su futuro.

Por Martha Wolff.

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