Impactante descubrimiento de un estudio israelí

Impactante descubrimiento de un estudio israelí
Impactante descubrimiento de un estudio israelí

Los incendios catastróficos y la erosión del suelo alimentados por los cambios climáticos hace más de 8.000 años probablemente empujaron a los primeros humanos a establecerse y dedicarse a la agricultura, según muestra un nuevo estudio israelí.

El profesor Amos Frumkin, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, llegó a esta conclusión después de revisar depósitos de carbón, suelo y minerales de diferentes entornos y regiones climáticas de Israel.

Su investigación, que aporta nuevas perspectivas sobre por qué los humanos de esas regiones pueden haber abandonado su estilo de vida de cazadores-recolectores, se publicó este mes en el Journal of Soils and Sediments.

Frumkin encontró amplia evidencia de que la actividad de incendios aumentó bruscamente, hace unos 8.200 años, probablemente causado por intensas tormentas eléctricas, que pueden haber resultado de la alta radiación solar derivada de la posición de la Tierra en su órbita alrededor del Sol en ese momento.

El estudio sugiere que los incendios arrasaron grandes extensiones de vegetación donde los primeros humanos habrían cazado y forrajeado. El suelo, al perder su cohesión mediante las raíces de las plantas, fue arrastrado por el viento desde las laderas de las montañas hacia valles o depresiones naturales que retenían agua, creando las condiciones perfectas para que los humanos, hambrientos, iniciaran la agricultura.

Según el estudio, la ubicación del suelo acumulado, conocido como sedimento, corresponde a algunos de los asentamientos neolíticos más grandes de ese período. Entre ellos se encuentran Jericó, Gilgal y Netiv Hagdud, en el sur del valle del Jordán, así como Sha’ar Hagolan, más al norte, justo al sur del mar de Galilea.

En las colinas, donde el suelo estaba en su mayor parte erosionado, los grandes asentamientos neolíticos se concentraban principalmente en áreas de espesa acumulación de sedimentos, como en el sitio de Motza, justo al oeste de Jerusalén.

Fuente: Times of Israel

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