Soy Jerusalem una especie de mujer siempre deseada…
Soy una ciudad complicada, contradictoria
Soy turística e histórica
Para los religiosos sagrada
Para los judíos única e indivisible
Para los cristianos calvario y peregrinaje
Para los musulmanes cuna de Mahoma
Para la paz soy nido de palomas
Para los palestinos apetecible
Para los hebreos manjar talmúdico
Para los agnósticos interesante
Para los ortodoxos imprescindible.
Para la humanidad ombligo monoteísta de las tres religiones
Para los políticos debate y poder
Para la ONU centro de beligerancia
Para el mundo árabe disputa territorial
Para los judíos su raíz
Para la Unión Europea zona de conflicto
Miro al cielo y veo pureza
Miro la tierra y veo sangre
Veo edificios nuevos y habitantes milenarios…
Crecen flores y los árboles se afianzan para perdurar
Los olivos están a flor de piel
Las colinas desafían a los valles de caminos sinuosos
Se construyen monoblocks y se cavan bunkers
En la Kneset se debate presente y futuro
En los museos se salvaguarda el pasado
En la Universidad Hebrea se estudia pasado y presente
Kibutzim y moshavim me rodean
El cementerio militar guarda la memoria de héroes y mártires
Las cimas de las montañas son pedestales de obras de arte
Los hospitales atienden sin distinción de credo
La tecnología irriga mi tierra desértica
Los templos, iglesias y sinagogas me protegen del mal
Los cinco rezos musulmanes diarios llaman a su profeta
Las tres tefilot de los ortodoxos me acercan más a Dios
Plegarias, rezos y el moasín agitan mi denso verano
y calientan mis mañanas invernales
Mis piedras tienen corazón de hombre
Tengo barrios residenciales, étnicos, en desarrollo, artesanales, históricos…
Tengo negocios folklóricos, orientales y occidentales.
Mi gente viste su origen y habla sus lenguas
y come sus comidas todo perfumado por un mar de especies.
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Por el camino pasa un tanque,
burros acarrean cereales y leña.
A un estruendo le sigue un comando de represalia
y a un asentamiento le sigue un poblado árabe
Antenas de televisión sobresalen de los edificios
Los que me viven dentro de mis murallas
Cada uno se dirige a su lugar sagrado:
el cristiano al Santo Sepulcro,
el árabe a la mezquita de Omar
y los judíos al Muro de los Lamentos
En mí hay ruido de cánticos, de metales y gritos
El silencio del recogimiento de la fe los contrarresta
Los musulmanes desean mi parte Este y la Mezquita de Omar
Los judíos mi integridad y los cristianos mi internacionalidad
En mi parlamento opinan palomas y halcones
Estoy cansada de beligerancia pero no vencida
Quiero seguir siendo el símbolo de mi pueblo
Soy Jerusalem de lemata y lemala…la eterna…
Martha Wolff