En una entrevista televisiva, Gladys Gallardo aseguró que el fiscal estaba en pareja y que pensaba regresar a Europa; cómo era la relación con Lagomarsino y los custodios; «Él no confiaba en nadie», aseguró.
Amaba a sus hijas y siempre hablaba del futuro. Estaba en pareja. Desconfiaba de todos. Tenía una relación distante con los custodios. La mucama del fiscal Alberto Nisman , que apareció muerto un día antes de defender ante el Congreso la denuncia contra la Presidenta por encubrimiento en el atentado a la AMIA, dejó en claro que no cree en la hipótesis del suicidio.
«Yo en lo personal no creo que se haya quitado la vida. Era una persona que se cuidaba tanto, y que hablaba siempre del futuro. Estaba enamoradísimo de las hijas, las amaba», remarcó Gladys Gallardo en una extensa entrevista con Telefé Noticias.
Al igual que en su declaración ante la fiscal del caso, Viviana Fein, la mujer relató que la última vez que vio a Nisman fue el jueves 15 de enero, dos días antes de que fuera hallado muerto. Y reiteró que fue ella -y no Nisman- quien escribió la nota con las cosas que había que comprar en el supermercado. «Él me comentó que le habían dicho que estaba muy flaco y si yo me animaba a cocinarle y ahí fue la famosa lista que yo le dejé porque me dijo que quería un pastel de papas», apuntó.
ESTABA EN PAREJA Y PENSABA REGRESAR A EUROPA
Gallardo, además, reveló que Nisman estaba en pareja: «Él me decía que tenía una novia. Había tenido una cena y me pidió que fuera para lavar las cosas. Fui el sábado 27 y estuve ahí. Me pidió que lavara las remeras que habían usado con la novia», afirmó.
En un tramo de la entrevista televisiva, la mujer contó que el último día que trabajó en el departamento de Nisman en las torres Le Parc vio a una vecina que se asomó por el balcón de la vivienda aledaña. «El jueves, el último día que fui, vi a una señora porque justo recibí un llamado en la parte del comedor y una señora oriental estaba en el balcón. Cuando me vio, se metió adentro. Fue la única vez que vi a alguien», aseveró. Enseguida, añadió: «Ella se asomó al balcón, estaba con un trapo, dejó uno en el sillón y se metió adentro».
Según la empleada doméstica, Nisman le avisó que volvería a la Argentina de sus vacaciones en Europa «por asuntos de trabajo», pero que «después se iba a ir otra vez». «Él me escribió que venía el lunes 12, que estuviera al mediodía en el departamento y que se iría el viernes 16», relató.
LA RELACIÓN CON LAGOMARSINO Y LOS CUSTODIOS
Gallardo contó que trabajaba en el departamento del fiscal desde hacía un año y medio, y que él le tenía «mucha confianza». En todo ese tiempo- dijo- vio entrar siete u ocho veces al departamento a Diego Lagomarsino , el colaborador de Nisman que fue imputado por haberle prestado su pistola. La mucama señaló que el experto en informática siempre ingresaba por la puerta de servicio. «Por lo que yo vi, era una relación de trabajo. Si yo no lo anunciaba, no entraba. Siempre eran cortas las visitas», dijo.
Gladys aseguró que la relación del fiscal con sus custodios «era muy distante» y que «nunca» entraban a la vivienda. «Nunca entraron, siempre [esperaban] en la puerta de servicio cuando traían algo», indicó. Y agregó: «Yo veía una relación de trabajo. Los citaba a una hora y nada más».
Al ser consultada sobre si Nisman confiaba en ellos, la empleada doméstica respondió: «Me parece que no. Él una vez me dijo que no confiaba en nadie».
LA SEGURIDAD DE LE PARC
En el final del reportaje, Gallardo se refirió a la seguridad de la torre de Le Parc. «Afuera siempre había gente de Prefectura. Cuando vos ingresabas [al complejo], te pedían el número de documento. Si estabas autorizado, entrabas. Nunca vi que hayan revisado alguien el bolso ni hayan parado un auto para revisar», sostuvo.
En la fiscalía, según pudo reconstruir LA NACION, la mucama declaró que le llamó la atención al escuchar por televisión al cerrajero que la puerta de servicio no estaba cerrada. Siempre que su jefe estaba solo en el departamento dejaba la puerta de servicio cerrada con una traba que únicamente se abría por dentro.
Gallardo conoce el funcionamiento de la casa de Nisman como nadie. Ella iba a limpiar dos días por semana, unas diez horas cada vez, desde hacía más de un año. «Él siempre que estaba solo ponía la traba. Era una traba de esas redondas. Tiene que haberle abierto a alguien», dijo Gallardo. Ella tenía llaves de la puerta de servicio, pero siempre debía tocarle timbre a su jefe para entrar.
Fuente: La Nación y Telefé
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