Marco para el crimen de Nisman. Por Martha Wolff

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El hallazgo del cuerpo sin vida de Alberto Nisman en el baño de su departamento es un dato ante el cual hay que preguntarse: ¿por qué en ese lugar?.

Para aquellos que prepararon la escena del crimen, el baño era el lugar ideal para que pareciera suicidio.

Y fue elegido el baño para la escena de su cuerpo sangrante, golpeado, ajusticiado y con lastimaduras para denigrarlo.

Fue en el baño porque es el lugar íntimo de la casa en donde se entra solo. En el que se está en contacto con el cuerpo, los olores y los desechos camino a la cloaca.

El baño como espacio en el que se es más uno mismo frente al espejo.

Es el lugar de embellecimiento y donde lo que no gusta se enmascara.

El baño, lugar de deposición de los excrementos. Ese fue el objetivo de los asesinos al deshacerse de un putrefacto jurista que iba a develar la verdad del Atentado a la Amia y del Memorándum con Irán del gobierno de turno.

El baño fue el marco del cuadro del crimen porque denunciaba a un hombre turbado que tomó la decisión de quitarse la vida frente un espejo.

Metafóricamente el baño fue usado para querer disimular a un hombre allí escondido para pegarse un tiro.

Es el lugar donde quisieron mostrar a un hombre fracasado. En el baño depositaron el cuerpo de un hombre en calzoncillos violentado para que pareciese angustiado o que hubiera sufrido un ataque de pánico por lo que iba a declarar y a quien al coraje le ganó el miedo.

En el baño armaron chapoteando su sangre en el lugar del crimen después de haberlo golpeado, drogado y matado.

Ahí es donde redujeron por orden de criminales de manos limpias a criminales de manos asesinas a quien iba a denunciar lo que el poder ocultaba.

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En el baño lo mataron para distraer la opinión pública, para que pareciese un arrepentido en vez de mostrar a un valiente.

Si Nisman se hubiera querido suicidar presionado por el material que tenía probatorio lo hubiera hecho sentado en su escritorio. Con todos los documentos expuestos, dejando una carta, enviado un mail o un llamado anunciando su decisión. Para que más allá de su vida se supiera la verdad que se ocultaba.

Se hubiera vestido elegante y demostrado sin tapujos su decisión.

Acorralado por mercenarios tanto de un bando como de otro para acallar todo. Fue un grotesco dramático para manchar con sangre lo que estaba escrito con tinta.

El haber sido Nisman presa de caza en una zona liberada con datos precisos de su accionar cotidiano. Con conocimiento de la clave de su departamento, encontrado tal vez dormido en paños menores, de haber borrado sus pruebas en la computadora, de haberlo forzado a llevarlo al baño explica que fue un plan siniestro orquestado y llevado a cabo por profesionales de los servicios de inteligencia para los que matar es un trabajo, un sueldo y una misión.

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Los ideólogos quisieron y lograron asegurarse el silencio para quedar impolutos de sus aberraciones históricas. Una vez adentro, el comando logró su objetivo y el baño fue el escenario final de lo que se propusieron.

Hasta hoy no hay culpables, sólo sospechosos mientras los que murieron en los atentados de la Embajada de Israel, la Amia y el crimen de Nisman esperan que sus verdugos sean algún día condenados.

Martha Wolff- Periodista- Escritora

 

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