En medio de la persecución del régimen nazi, muchos judíos de Europa lucharon por protegerse con identidades ficticias y documentos falsificados. Sus historias se evocan, mediante algunos casos emblemáticos, en la exposición en línea Recuerda tu nuevo nombre, en el sitio de Yad Vashem, el Centro Mundial de Recordación del Holocausto. Los papeles, las fotos y los testimonios arrojan luz sobre el valor y la capacidad de resistencia de personas que enfrentaron, contra todas las probabilidades, el terror.
La muestra recorre desde las regiones del este de Europa como Polonia, Lituania, Hungría y Ucrania, hasta Europa Central y Occidental, incluyendo Alemania, Francia y los Países Bajos, y también el sur: Italia, Grecia y Croacia. Para sobrevivir, estas familias enfrentaron una batalla diaria con ingenio y una notable capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes. En constante temor, buscaron volverse invisibles escondiendo sus identidades y asumiendo las costumbres de su entorno. Hubo quien cambió su apariencia y el color de su pelo.
Muchos recibieron ayuda de hombres y mujeres que nada tenían que ver con la comunidad judía. Algunos lo hicieron por dinero; otros arriesgaron sus propias vidas desinteresadamente. También los miembros de los movimientos clandestinos desempeñaron un papel crucial en apoyar a sus compañeros judíos en la clandestinidad. Estos individuos brindaron sitios de escondite, comida y muchos de los documentos falsificados que les permitieron sobrevivir a las personas evocadas en Recuerda tu nuevo nombre: tarjetas de identidad, certificados de nacimiento, cupones de alimentos y permisos de viaje.
La exposición se basa en documentos de los Archivos de Yad Vashem, así como en diversas colecciones y bases de datos. Estos incluyen papeles personales, testimonios, fotografías y grabaciones. Todos los documentos falsificados que se muestran son reales y fueron donados por los sobrevivientes o sus familias para legar estos relatos de supervivencia, determinación, ingenio y coraje.
Recuerda tu nuevo nombre indaga en estas historias para honrar la memoria de las víctimas y a la vez celebrar a los sobrevivientes. Está disponible en línea a través del sitio web de Yad Vashem.
Los Schor, de Cracovia a Budapest
Entre las historias se destaca una de la cual sale el nombre de la exhibición: la de una familia de muchos miembros con identidades falsas. Una mujer solía despertar a sus hijas y su sobrina en mitad de la noche para comprobar si recordaban sus nuevos nombres aun cuando estaban medio dormidas. “Les repetía una y otra vez que nadie podía saber que éramos judíos”, contó esta sobreviviente del Holocausto.
La historia de los Schor comenzó en Cracovia, una ciudad devastada por la ocupación nazi de Polonia desde 1939. Aprovechando su ciudadanía turca lograron permanecer en su apartamento por un tiempo, evitando la obligación de usar la insignia judía y ser trasladados al gueto. Sin embargo, esta tranquilidad fue efímera: Shmuel, el hijo mayor de Zisel y Blima, se unió a un grupo de resistencia, y la persecución comenzó.
La pareja y sus hijos menores, Yaakov y Branda, fue encarcelada dentro del gueto. Con sobornos consiguieron sacar de contrabando a los dos niños: oculto en un vagón que repartía harina, Yaakov fue llevado a la casa de su tío Herz y su esposa Eva, que tenían tres hijas. La pequeña, por su parte, quedó al cuidado de su prima, Branda-Breindel Pluczenik, casada con Eliyahu, padres de dos niñas.
Las mujeres de la familia de Herz salieron de a poco hacia Budapest; Branda y la suya se fueron juntos, a través de Eslovaquia, hacia Hungría, y en ese camino les inculcó a las niñas sus nuevas identidades, insistentemente, hasta que las incorporaron sin fisuras.
En Cracovia, Herz y Yaakov fueron capturados y llevados a la cárcel del gueto. Mientras la Gestapo confiscaba la tienda de muebles de la que habían vivido los Schor, Herz consiguió liberar a Yaakov y luego fugarse; con documentos falsos —adoptó el nombre de Henrik Sarszki—, buscó a la esposa y a su hija menor para reunirse con el resto de la familia en Budapest.
La tragedia volvió a golpearles cuando Alemania ocupó Hungría, en marzo de 1944. Herz, su esposa y los niños se refugiaron en un suburbio; Branda y Eliyahu dejaron a las niñas en un convento que consideraban seguro. Con sus identidades ficticias, todos sobrevivieron hasta la liberación. Luego de la guerra supieron que Shmuel había sido capturado por la Gestapo y ejecutado. También Zisel y Blima habían muerto bajo la violencia nazi.
La pérdida de la familia Ángel
Isaac Ángel, propietario de una productora de papel, llevaba una vida cómoda en Salónica con su esposa Ida y dos hijos, Raymond Solomon y Eric-Errico. En aquella ciudad multicultural, judíos y gentiles vivían juntos en armonía. Pero el avance de la guerra llevó a los Ángel a tomar la decisión de mudarse a Atenas en noviembre de 1940.
Sus esperanzas de encontrar refugio se desvanecieron cuando los alemanes ocuparon la ciudad en abril de 1941 y la entregaron a Italia, para reclamarla tras la rendición de Roma, en septiembre de 1943. Conscientes del peligro, Isaac e Ida buscaron una ruta de escape para su familia.
Con la ayuda de algunos amigos, Isaac obtuvo documentos de identidad falsos; se decidió que lo más seguro sería que se dispersaran y así fue como Raymond quedó al cuidado de un colega de Isaac, quien por su parte se escondió en un suburbio mientras Ida y Eric comenzaron a moverse constantemente para evitar ser descubiertos. Pero en marzo de 1944 la Gestapo los encontró.
Madre e hijo fueron arrestados, golpeados y arrojados a un sótano en el campo de Haidari, donde los cristianos griegos encarcelados se compadecieron y compartieron con ellos sus escasas raciones de comida. Semanas después fueron transportados a Auschwitz, en un viaje atroz de nueve días.
Al llegar, el 11 de abril de 1944 Ida y Eric fueron separados; el niño de nueve años fue enviado de inmediato a la cámaras de gas. Ida pasó la selección y llegó a Bergen-Belsen, donde un oficial francés la encontró inconsciente entre cadáveres y logró. Después de la liberación, regresó a Grecia y se reunió con Isaac y Raymond en Atenas.
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Los Mayer, ocultos en el Berlín nazi
En 1933 Ratibor albergaba a unos 600 judíos, entre ellos Aryeh Mayer, de seis años entonces, quien para siempre recordaría la violencia creciente, incluido un pogrom brutal, por la cual hacia 1939 solo quedaban 282.
Al año siguiente todos los hombres fueron obligados a trabajos forzados; Walter, el padre de Aryeh, buscó empleo en Berlín y consiguió que la familia se reuniera allí en junio de 1942, poco antes del inicio de las deportaciones desde Ratibor. Aryeh, u, debió acostumbrarse a no tener un hogar permanente, ya que en la capital del tercer reich no se alquilaban viviendas a judíos.
Durante tres meses los Mayer estuvieron hacinados en una pequeña habitación prestada por otras personas judías, con el temor constante de ser descubiertos por la Gestapo, con la estrella de David amarilla en la ropa, sin poder utilizar el transporte público, sin acceder a alimentos suficientes. Sólo más tarde Walter consiguió alquilar dos habitaciones en la casa de una viuda judía.
Pero las deportaciones constantes desde Berlín los acechaban. Walter vio cómo la Gestapo arrestaba a una familia en su edificio y tomó la decisión de esconderse con la suya. En enero de 1943 consiguió que una pareja alemana protegiera a Aryeh y su hermana Ilse a cambio de dinero. Poco después una redada en la fábrica donde trabajaba el padre hizo que el matrimonio se fuera de la ciudad y buscara protección en ubicaciones separadas. Walter fue detenido y llevado a Auschwitz, de donde no salió.
Aryeh e Ilse vivieron una existencia precaria, siempre en riesgo, rodeados de vecinos nazis. Aryeh se vio obligado a adoptar una identidad falsa e incluso participó en discusiones antisemitas. Durante los bombardeos aliados en noviembre de 1943 perdieron todas sus pertenencias pero sobrevivieron a la guerra, como su madre.
En octubre de 1945 Aryeh emprendió un viaje que lo llevó a emigrar a la Palestina bajo mandato seis meses más tarde. Se estableció en el kibutz Dorot y fue herido durante la lucha por independizar Israel. En 1948, con la creación del estado, Herta e Ilse se reunieron con él. Aryeh Meir, como adaptó su nombre, presentó su testimonio a Yad Vashem en 2015, para integrar al archivo titulado Reunir los fragmentos.
Importancia de la muestra en línea
Han pasado casi ochenta años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero el impacto de la Shoah resuena en las generaciones que han seguido, en todo el mundo. Honrar la memoria de sus víctimas es sólo un aspecto de esta muestra: también lo es preservar el legado de los sobrevivientes a los crímenes de odio.
La exhibición virtual Recuerda tu nuevo nombre está en línea en el sitio del Centro Mundial de Recordación del Holocausto para acceder desde cualquier lugar. Su formato modular permite seguir la exposición completa y los casos —14, en total— o recorrer por separado la introducción y las historias de las diferentes familias que vivieron ese periodo tenebroso de la historia.
Fuente: Infobae.