Tal Singer es uno de los dos soldados israelíes (junto a Reuven Magnagey) que está en Argentina dando charlas organizadas por Beit Halojem.
En la ceremonia de apertura de los Juegos Macabeos Panamericanos – Buenos Aires 2023, realizada en el Movistar Arena de la Ciudad de Buenos Aires, fueron los encargados, junto a Romina Shvalb, de brindar el servicio de Izkor por los caídos bajo el terrorismo en Israel.
Singer ya era un futbolista profesional a los 19 años cuando quiso alistarse en las Fuerzas de Defensa de Israel. Le dieron la posibilidad, por su condición de deportista destacado, de servir en un sector limitado para así poder continuar con su rutina de entrenamiento y seguir con su carrera. Dijo que no ya que quería ser Tzáhal en combate.
Fue admitido en la Unidad de Reconocimiento 401, una pequeña unidad de infantería de élite del Cuerpo Blindado, cuya función es realizar misiones de infantería y patrullaje.
En 2014, junto a su escuadrón, participó en la Operación Margen Protector en Gaza. Durante la operación, fue parte de actividades que fueron duras tanto física como mentalmente. Una vez finalizada la operación, le diagnosticaron fracturas por estrés en ambas pantorrillas. Una historia de vida que Tal le contó mano a mano a Vis á Vis
-
¿Quién es Tal Singer?
Nací en Kiriat Ono. Tengo dos hermanos. Cuando era muy joven me di cuenta que era muy bueno jugando al futbol, empecé a jugar en una escuelita, después en una liga amateur y después fui profesional. Soy delantero y tengo 29 años. Jugué en el Hapoel Petah Tikva. A los 15/16 estuvo en la selección de Israel.
Mi familia es muy sionista y sé que me enfrentaba con un momento muy crítico. Cuando llego a los 18, que es la edad que te enlistás en el ejército, vos podés ser un deportista de elite. Me recomendaron enlistarme en un rol que me permita seguir siendo deportista. Dije que no iba a ir por ese camino, que quería estar en una unidad de combate. Es algo de lo que aún hoy no me arrepiento, aunque pienso mucho. Los pibes que jugaban conmigo están jugando en alto nivel. Mi suplente, hoy juega en la primera austríaca. Tuve que pasar un montón de exámenes y entrenamientos para que me elijan en una unidad muy exclusiva.
-
Ariel Krengel, director de operaciones de FACCMA: «Solo pensamos en dejar a la Argentina, una vez más, como uno de los grandes países del movimiento macabeo»
-
Con la presencia de Javier Milei y ante una multitud, se realizó en el Movistar Arena de Buenos Aires la ceremonia de apertura de los Juegos Macabeos Panamericanos
En agosto de 2014 empezó un nuevo conflicto en Gaza y, como estaba en una unidad de elite, la preparación era muy larga. Entré en Gaza con el equipo en camino, en construcción. Como todavía estaba en construcción, lo que uno tiene que entender es que no todo el tiempo está en presión combatiendo, por momentos está más tranquilo, pero como yo estaba en tránsito, estaba muy muy cansado.
En el 2014 entramos en gaza y la primera impresión que tuve es que nos llevaban en un micro adentro de Gaza. Pusieron todo el equipo en el piso, nos pintamos la cara para camuflarnos, llegaron unos chicos religiosos, nos dieron unas cadenitas y las pusimos en los chalecos. Apenas se fueron los chicos estos escuchamos un silbido y algo que explotó. Era una bomba que pegó en el colectivo que nos llevó hasta la frontera. El colectivo que explotó nos salvó la vida. Fue la primera vez que sentí lo que es estar al lado de la muerte.
Estuvimos adentro combatiendo durante dos semanas, no dormimos ni comimos casi nada. Estábamos todo el tiempo combatiendo. Llegó un momento en que las piernas literalmente se me desarmaron. De tanto estrés, la tibia literalmente se me destrozó, por el esfuerzo. Apenas me recuperé me dijeron que deje el ejército, pero me negué y me quedé los cuatro meses que me quedaban. Era comandante, tenía 19 años y tenía soldados a mi cargo. Cuando me pasó esto no me dejaron estar en el frente, me pasaron atrás de las líneas y estuve a cargo de la logística de la unidad. Esas dos semanas que estuve en el frente, la herida de las piernas fue empeorando.
Al año me dieron la baja y empecé el tratamiento para recuperar las piernas. Hasta el día de hoy sigo con el tratamiento. Los efectos que tuve, el estrés físico y estrés general, es un cuadro post trauma que empeora físicamente. La situación psicológica me lleva a empeorar la situación física. Dentro de Gaza la muerte empieza a ser algo con lo que convivís día a día.
Durante mucho tiempo no me querían reconocer mi estado porque no podían relacionar la enfermedad de las piernas con lo que podía pasar en Gaza. Después sí lo reconocieron y me recibieron en Beit Halojem. Nací para ser deportista. Estuve a cargo del trabajo físico de mi unidad. Siempre le dije a mi mamá que nací para ser jugador de fútbol y que el día que no pueda usar mis piernas prefiero no vivir.
-
¿Qué significa Beit Halojem?
Es muchas cosas, no solo deporte. Es un lugar que me permite reconectarme con la vida y que pueden entender con lo que te enfrentás cada día. Como lidiar con la burocracia, con tu nueva vida de discapacitado. Una vez que salís de la situación te sentís como que ya no le importás a nadie y lo que pasa no se relaciona con vos. Acá te reciben con un abrazo y te das cuenta que le importás a todo el mundo, y que todo el mundo está enfocado en vos y que le importa que estés bien.
-
¿Qué tenés para decirle a los jóvenes?
Lo particular de Israel es que la niñez se termina a los 18. Es muy difícil ser judío, pero también es muy único y especial. No hay otro pueblo en el mundo que te encuentres con una persona que vive en el otro lugar del planeta, te sientes a tomar un café y te sientas como un hermano.