El tercer piso de un histórico rascacielos en el centro de Austin, Texas (EEUU), con acceso restringido al ascensor puede ser un lugar inesperado para encontrar un campus universitario, pero es donde la universidad privada más nueva de Estados Unidos se está preparando para abrir sus puertas a una cohorte inaugural de estudiantes de pregrado este otoño: la nueva institución educativa será con una gran convocatoria de profesores judíos.
Según el presidente fundador Pano Kanelos, la Universidad de Austin, o UATX, tiene como objetivo abordar la percepción de disminución de la libertad intelectual y la priorización del conocimiento en las universidades establecidas, con énfasis en la investigación abierta, el pensamiento crítico, el debate respetuoso y vigoroso y la escritura persuasiva.
“Nuestra motivación principal es renovar el espíritu de la educación superior”, explicó Kanelos, un estudioso de Shakespeare que se ha convertido en un abierto defensor de la educación clásica (estudio basado en las artes liberales tradicionales arraigadas en el canon del pensamiento occidental) después de años de lo que él y otros perciben como un retroceso respecto del propósito central de la educación superior y la erudición académica.
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La apertura de la escuela el 26 de agosto (que se ha estado preparando durante varios años) llega en lo que muchos ven como un punto de inflexión para la educación superior en los EE. UU., con las protestas en los campus universitarios por la guerra de Israel contra Hamás centrando la atención en batallas culturales más amplias que tienen lugar en el ámbito académico y que la UATX pretende abordar.
La universidad se creó a raíz de una serie de acontecimientos culturales decisivos en la vida pública estadounidense ocurridos en los últimos años y que han afectado el modo en que los estadounidenses conversan y piensan sobre la raza, la sexualidad, el género y una variedad de otros temas candentes.
A raíz de los disturbios raciales de 2020, se ha reanudado el debate sobre la raza en Estados Unidos, así como sobre cómo se enseña en las escuelas y universidades. También se ha renovado el interés por los programas de Diversidad, Igualdad e Inclusión (incluidos los programas de “capacitación en diversidad” que se pusieron en marcha en todo el mundo empresarial estadounidense) y cómo estos programas afectan la libertad de expresión y la libertad académica.
En Texas, el gobernador republicano Greg Abbott firmó el año pasado una ley que prohíbe los programas DEI en las universidades públicas del estado, lo que llevó a la eliminación de docenas de puestos de trabajo cuando la legislación se implementó este verano, durante un año electoral polémico. La medida de Abbott fue vista como una victoria del Partido Republicano y otros estados liderados por republicanos, como Florida, Utah y Tennessee, pronto siguieron su ejemplo con proyectos de ley similares que prohibían o restringían los programas DEI en las instituciones públicas.
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En los últimos meses, las instituciones académicas estadounidenses han sido duramente criticadas por su gestión del sentimiento antiisraelí en los campus universitarios tras la incursión terrorista masiva del 7 de octubre liderada por Hamás en el sur de Israel y la respuesta militar israelí en curso en Gaza: manifestaciones que, según estudiantes, profesores y otros judíos, han derivado en antisemitismo y han convertido algunos campus en lugares donde los judíos ya no se sienten seguros. Las repercusiones han provocado la dimisión de tres presidentes de universidades de la Ivy League y un mayor escrutinio de la forma en que los líderes universitarios están abordando el problema.
En muchos lugares, las protestas han sido vistas desde la perspectiva de una batalla cultural más amplia que se ha estado gestando en la educación superior durante años: el choque entre la aceptación por parte de la academia de los esfuerzos por crear espacios seguros e inclusivos para estudiantes y profesores que representan una amplia diversidad de puntos de vista y orígenes y aquellos que ven esos esfuerzos como la última iteración de la cultura políticamente correcta que se ha descontrolado, amordazando la libertad de expresión al «cancelar» cualquiera cuyas ideas se consideren insuficientemente en línea con los ideales progresistas.
Quienes están detrás de UATX pretenden contrarrestar lo que Panelos describió como la introducción gradual pero contundente de “protocolos ideológicos” en las universidades, que han terminado “distorsionando el conocimiento”.
“Las universidades han sido históricamente lugares donde desarrollamos nuestro propio pensamiento, lugares donde nos dedicamos a pensar, a crear conocimiento, a transmitirlo, a preservarlo”, dijo a The Times of Israel en una entrevista en el lugar esta primavera. En las instituciones tradicionales, “todas las evidencias apuntan a una especie de retroceso respecto de ese compromiso” y en “muchas, si no la mayoría, de las universidades y especialmente… las universidades de élite… la búsqueda del conocimiento tal vez no siempre sea una prioridad”.
Si bien UATX se creó años antes de que la guerra entre Israel y Hamás convirtiera el antisemitismo en el campus en un importante tema candente, Kanelos dijo que una de las razones por las que se fundó fue «porque las mismas cosas que están causando ese tipo de agitación antisemita en las universidades, el mismo tipo de posiciones ideológicas que generan eso, son las cosas que hemos identificado hace años como problemáticas en las universidades».
“En muchos sentidos, iniciamos esta universidad para crear una institución que no fuera vulnerable al tipo de tensiones ideológicas que están generando algunos de los comportamientos más atroces que estamos viendo en los campus”, dijo a The Times of Israel, hablando una semana antes de que se instalara la primera carpa pro palestina en un campus universitario.
UATX ha tenido un “número muy significativo de solicitantes y profesores judíos”, añadió Kanelos.