Otro aniversario del atentado contra la Embajada de Israel volverá a ser recordado.
Otra vez el mismo espanto retrotraerá a los judíos a las interminables demostraciones de antisemitismo y el sionismo.
Otra vez se reavivará la indignación de los judíos de la Argentina con el ataque a la sede diplomática que los representaba, aquel fatídico 17 de marzo de 1992.
Otro plan terrorista, sumado a los que el mundo padece, volvió a convertir en ruinas el edificio de la AMIA el 18 de julio de 1994
Otra vez muerte y más muerte tanto puntual sobre su objetivo como de los alrededores.
Otra vez estallido, ruinas, piedras, atmósfera de detonantes y el costo de vidas.
Otra vez los deudos y todo ser democrático asistirán a acompañarlos a la plaza seca que queda en su lugar.
Otra vez se leerán sus nombres como rezando kadish y recorrerán con la vista los trazos esqueléticos que quedaron de su estructura en su pared lindera.
Otra vez habrá reclamos, sordera estatal y ceguera judicial.
Otra vez ese esa plaza seca hecho espacio público donde rondan las almas de los asesinados fue y es vandalizado.
Otra vez será cuando se sentirá el doble duelo por ambos atentados sin culpables pagando su crimen.
Otra vez los medios de comunicación pasarán el acto de memoria por tv y videos del atentado.
Otra vez las lágrimas no alcanzarán para lavar la sangre derramada y el eterno polvo de la memoria y de la destrucción.
Otra vez se repetirá a viva voz que los culpables siguen en libertad y celebrando el haber cumplido con lo programado mientras los muertos los señalan ante la indiferencia y la complicidad.
Otra vez ojalá la verdad aflore y la condena tardía redima a los muertos de la Embajada y Amia
Y a todas las víctimas judías del terrorismo internacional.